El primer título de la nueva temporada de Caballo de Troya, ahora Yegua de Troya. «Un libro hermoso que puede leerse como una personalísima declaración de amor a la literatura». Alejandro Zambra En un piso de la periferia de Santiago de Chile, la Nochevieja se torna más extraña que nunca. Marta observa el cadáver de su hermana en busca de revelaciones. No está claro si en esos días la cumbia hace más o menos dolorosa la autopsia, pero el baile sucede a los abrazos y la intimidad florece como una llaga en la boca. En esta novela de cuidada hondura, la gramática del baile y la de los afectos se reproduce entre confidencias, el diario íntimo de una familia que podría ser la nuestra, cuando toca habitar un territorio inhóspito. En un mismo plano secuencia, con una prosa excéntrica y vigorosa, vemos estrecharse los cuerpos en los espacios de la ausencia, en la vaga y mutua comprensión del daño. Vestidos de vulnerabilidad para la ocasión, los personajes de esta historia logran componer una melodía con el vacío y el silencio, con la metralla y la caricia, con el sueño y el apagón. Y lo que vibra es la tenue esperan